Por Oscar Andrade
Lallana
Martes 8 de noviembre de 2016. – Ayer, en la instancia de
Consejos de Salarios y sin mediar ningún apremio físico, el Poder Ejecutivo estableció
(sin dudas de ninguna naturaleza) su propuesta de rebaja salarial en la
construcción, ya no de rebaja del salario promedio de un convenio, lo que ya de
por sí es grave, ya no de pérdida condicionada a una inflación futura alta, lo
que sería un riesgo innecesario. No, rebaja directa cruda y dura, desnuda, sin taparrabo,
una pena.
Hay que ir hasta la crisis del 2002 para encontrar
antecedentes de iniciativas de recorte del salario.
Cuesta encontrar los fundamentos económicos y políticos que
sostengan una propuesta de este tipo, máxime de una fuerza como la que está en
el gobierno.
Salvo una predisposición a confrontar insólita digna de pirómanos
o aprendices de brujos.
La inflación anual cerrada al 30 de setiembre fue 8,9 %,
la proyectada en el convenio (según pauta del propio Poder Ejecutivo) fue 5%, hay
diferencias en cualquier escuela del país salvo para quienes establecen las
orientaciones económicas para los convenios colectivos en la industria de la
construcción.
Es una paradoja que quienes tomaron esta decisión se
aplican a sus salarios los correctivos que desconocen para los trabajadores de
la construcción.
En la misma semana se anuncian medidas de renuncias fiscales
a la inversión privada con bombos y platillos.
Las cartas parecen estar echadas.
Con una diferencia sustancial de este lado estamos en
condiciones de explicar a nuestro pueblo, en cualquier lugar, una a una las
razones del conflicto que está al borde de instalarse en la industria de la construcción.
No hay comentarios:
Publicar un comentario