sábado, 27 de febrero de 2021

Con el rancho en la cabeza

Por José Morales Brum

Desde hace 18 años mantengo un fuerte y estrecho vínculo con la comunidad venezolana en la diáspora. Eso comenzó en la isla de Lanzarote (Islas Canarias), cuando yo residía en el archipiélago de las “islas afortunadas”.

La primera toma de contacto con los venezolanos se dio a través de los lanzaroteños que hicieron el camino de retorno a su tierra luego que el comandante Hugo Chávez asumiera el gobierno del país caribeño. Luego, al ser uno de los fundadores del Foro Intercultural de Lanzarote, el apego con la comunidad venezolana fue inmediato, permitiéndome conocer mucho más de su rica cultura e idiosincrasia.

Desde hace casi cinco años he ido construyendo un lazo muy fuerte de hermandad y solidaridad con ciudadanos venezolanos en Uruguay, cuando apenas era unos cientos de vecinos llegados a nuestro país. En el año 2018 di forma a un programa radial que se emitía todos los días viernes por la tarde en una radio comunitaria de Tacuarembó llamado “En Contexto Venezuela” y “Venezuela es chévere”. En diciembre de ese mismo año, desde este semanario promovimos la realización de una charla – coloquio en Tacuarembó para abordar la crisis humanitaria que viven los venezolanos a consecuencia de las políticas llevadas adelante por la dictadura chavista.

Hago esta introducción para señalar que mi vínculo con la comunidad venezolana no comenzó ayer, viene de mucho tiempo atrás y se ha ido fortaleciendo cada vez más. Esto me permite conocer muchas cosas del noble y laborioso pueblo venezolano, y como mencionaba antes, conocer bastante de su cultura.

En Venezuela hay una frase muy popular que reza: “Con el rancho en la cabeza”. Hablando con varios de mis amigos les consultaba del alcance de esta frase. Ellos me decían que esa expresión hace referencia a alguien marginal, vulgar, sin respeto, que indistintamente de su condición económica o cultural, mantiene un comportamiento de burda chabacanería y falta de civismo.

Un amigo me decía que las personas con “el rancho en la cabeza”, no significan que tengan una mentalidad de pobre, porque esa condición se puede superar con trabajando, con sacrificio y ahorrando.

En cambio una persona con el “rancho en la cabeza” adopta una forma de andar por la vida sin responsabilidad alguna, que normalmente no trabaja, es vividor, su dicción deja mucho que desear, no busca la manera de superarse y sólo vive de chismes, de cuentos y holgazanería. Y en el caso que trabaje, lo que gane no lo invierte en mejorar su condición, alimento sus vicios.

Haciendo un paralelismo con un grupo de ciudadanos venezolanos que vivieron unos pocos meses en la ciudad de Tacuarembó, que luego se marcharon a Rivera y posteriormente a Brasil, terminando de volver a Tacuarembó, y su forma de comportarse, que en vez de aprovechar las oportunidades que tuvieron para superarse, las desecharon, de inmediato asocié esa forma de vida con aquellos que “llevan el rancho en la cabeza”.

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