Por Ing. Agr. Mabel Peraza
En los últimos días se han escuchado algunas voces que
apoyan el consumo de carne sintética como fuente proteica alternativa a la
carne que proviene de animales faenados, esto bajo la consigna de producir más
para mitigar el hambre en el mundo, reducir la emisión de gases con efecto
invernadero y procurar el bienestar animal, en contraparte muchos detractores
mantienen la opinión acerca de los intereses económicos ocultos y la búsqueda
permanente de algunos grupos sobre la hegemonía alimentaria a nivel mundial.
Ahora bien, sin criticar estas posturas es importante
aclarar algunos aspectos relacionados con el consumo y producción de carne
sintética, lo primero es que se ha demostrado la ineficacia e ineficiencia de
las nuevas tecnologías agroalimentarias para acabar con el hambre a nivel
mundial, prueba de ello son los alimentos transgénicos, creados con la
finalidad de aumentar la producción y abastecer a la población más hambrienta y
desposeída que hasta hoy sigue en igual o perores condiciones.
En segundo lugar está el tema de los gases con efecto
invernadero y ciertamente las producciones ganaderas son fuente de gases como
el metano que se origina a partir de la fermentación ruminal y que es liberado
a través de los eructos del animal, (nunca comparables con la emisión en la
industria petrolera) sin embargo la producción de carne sintética es altamente
contaminante con la liberación de CO2.
Además de esto, aquel que en nuestro territorio apoye la
sustitución de la ganadería por el consumo de carne sintética, demuestra un
profundo desconocimiento por el campo y la ganadería uruguaya, ya que elementos
como la trazabilidad permiten conocer todo el proceso productivo del semoviente
bajo los estándares internacionales del Bienestar Animal, por otro lado el manejo
alimenticio a partir de pasturas y forrajes naturales que favorecen la
digestión y fermentación ruminal posicionan a Uruguay dentro de los países con
menor emisión de metano en las explotaciones ganaderas, sumado a esto la
combinación de sistemas silvopastoriles, superficies de pastos naturales y la
siembra de especies forestales como el eucalipto, maximizan la absorción y
transformación de CO2, minimizando el impacto ambiental.
En tercer lugar podemos ubicar los riesgos que conlleva
la producción de carne a partir de células madre de animales vivos , ya que
esta multiplicación celular posee un alto potencial tumoral que en definitiva
puede representar uno de los aspectos negativos que se le confieren a este
producto, además de los altos costos de producción que esto acarrea.
Con base en lo expresado por algunos detractores sobre la posibilidad de contemplar esta
estrategia publicitaria incentivando al consumo de carne sintética es válido
pensar así, ya que durante años los poderes económicos han intentado adueñarse
de la producción agroalimentaria, todo con la idea de crear en los países
pobres y en vía de desarrollo, una dependencia alimenticia total, haciéndolos
sumisos ante las grandes potencias.
Para culminar es importante no confundir la carne sintética con origen en las células madre de animales y la otra que es mal llamada así, cuando en realidad esta última es un conglomerado de elementos con origen vegetal que con sabor y color artificial, ofrecen al consumidor un atractivo visual que asemeja a una fuente proteica animal.
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