Por José Morales Brum
La delgada línea que separa la libertad de expresión de
la mordaza del que no le gusta que “se amuestren vicheras”, quedó explícita en
el inicio del acto realizado por el Plenario Departamental del PIT-CNT, en el
marco del paro general parcial, realizado ayer viernes, cuando el dirigente del
SUNCA Tacuarembó, Carlos Castillo, aludió con nombre y apellido al periodista
Marcos Pereira, trabajador de Radio Tacuarembó, constituyendo esto un claro
ejemplo de pretender acallar las voces de quienes informan sobre la
contingencia local a nivel sindical, social, político, etc.
Todos podemos tener más o menos cercanía con quienes
informan, comunican u opinan en los distintos medios, podemos estar de acuerdo
o no; pero pretender, a través de un escrache público, responsabilizar a Radio
Tacuarembó o a Marcos Pereira de los errores propios de determinados sindicatos
o sindicalistas, ahí hay otro error más de quienes "escupen para
arriba".
Podemos discrepar totalmente de la línea editorial,
informativa o de opinión de cualquier medio de comunicación y de sus
trabajadores o colaboradores, pero no se debe, desde encumbrados púlpitos,
instigar el odio al que piensa distinto.
Que estos mensajes no sean el preámbulo de lo que pasó en
Argentina en el año 1997, cuando José Luis Cabeza fue asesinado por informar
sobre el caso Yabrán; o lo sucedido en agosto de este año al reportero Mauricio
Campos Rosa en el estado de Minas Gerais, asesinado por informar sobre
distintos casos de corrupción; o en México, país en donde la violencia contra
la prensa es sistemática y generalizada.
La Federación Internacional de Periodistas (FIP) dijo al
momento de denunciar ataques a periodistas: “Toda violencia contra un
periodista es un atentado contra la libertad de prensa y el derecho de la
sociedad a informarse”.
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