La diosa
del mar, según el culto africano, recibió los agradecimientos y súplicas,
también ofrendas a través de barcas.
Creyentes
encendieron velas, realizaron cánticos y dejaron ofrendas en honor a Iemanjá,
en la zona de Las Tosquitas. Fotos: José Morales Brum.
Por José Morales Brum
Viernes 3 de febrero de 2017. – Varios creyentes de cultos
afroumbandista veneraron anoche a la diosa Iemanjá en la zona de Las Tosquitas,
lugar en donde realizaron agradecimientos, tributando ofrendas y elevando
plegarias a la diosa del mar.
Como cada 2 de febrero, decenas de personas creyentes y
curiosos se hacen presentes en la zona, venerando a la deidad de cultos
afroubandistas.
En la ocasión, además de encender velas en la ribera, se
arrojaron a las aguas del arroyo Tacuarembó Chico, flores y barcas cargadas de
dulces, perfumes, espejos, peines, frutas y todo aquello que agrada a Iemanjá,
según los creyentes.
De acuerdo a la religión umbandista, Iemanjá es un orixá,
o sea una diosa dueña de las aguas saladas, también está asociada a los ríos.
Consultado por TACUAREMBÓ AHORA, sobre el significado de
este día, el pai Luis de Ogum indicó que
“este día, donde la madre de los orixás escucha los agradecimientos y súplicas
de los terrenales, es el día en donde las ofrendas se materializan en ruegos”,
agregando que “mi mae Iemanjá es una orixá de clareza, orixá de paz, de
tranquilidad; y en este 2 de febrero lo que se le pide a Iemanjá es amor,
trabajo, prosperidad, salud para todos y unión entre las personas y las
naciones”.
El pai destacó que cada vez son más las personas que se
suman a rendir culto a la diosa del mar y que “en Tacuarembó somos muchos umbandistas,
donde pais de santos somos 5”, puntualizó.
Celebración arraigada en el pueblo uruguayo
Si bien es cierto que esta celebración tiene gran
incidencia en la zona sur del país y en concreto en la ciudad de Montevideo,
con los años se ha ido propagando en los distintos departamentos del país,
siendo Salto y Tacuarembó lugares de referencia en la celebración del día de
esta divinidad.
Así mismo, el nacimiento de Umbanda, para unos como
bandera de los pobres, de negros, zambos, mulatos y desposeídos; para otros, el
nacimiento de Umbanda como respuesta religiosa para guardar las culturas
tradicionales afroamerindias.
Iemanjá es transformada hasta en el color de su piel,
volviéndose más tupí-guaraní. Sus cabellos dejan de ser como en África para
transformarse en lacios, pero negros. Y el cuerpo de la madre de orixás, que es
fecunda, se transforma en una escultural e imperceptible sirena que no se le ve
la cola de pez como la ostentan los bahianos, sino que es un vestido celeste,
que parece ser la bruma del mar, pues este se confunde con las aguas de donde
ella emerge. Iemanjá en Umbanda es la cabocla protectora.
Todos los mares del mundo son de Iemanjá y en ese
peregrinar que ella tiene, llegó al Río de la Plata y a todo el Uruguay, para
no irse más.
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